Escuela para padresDel mismo modo que trascienden a partir de sus producciones, conservan las creaciones de sus antepasados, sus obras culturales, estéticas, valores morales y sociales. Al sentirlos como su herencia los transforman y hacen propios, lo cual les brinda una sensación de pertenencia y trascendencia, a la vez que contribuyen a mantenerlos vivos.

Si en algún momento una persona recibe como herencia una casa es probable que quiera hacerle modificaciones para vivir en ella. Esto le permite apropiarse de este bien heredado, sentirlo como algo propio que puede cambiar a su antojo.

De la misma manera, los hijos provienen de la herencia que sus padres les legaron. Cuando cualquier adulto fue niño, aprendió de ellos o de sus cuidadores adultos acerca de las funciones parentales (qué implica ser mamá o ser papá), como parte de la herencia de valores que recibió. Y aun cuando pueda tener críticas hacia el comportamiento de sus padres, esto puede transformarse, reconstruyendo un modo de ser padres o madres diferente al que ha recibido y adaptado a sus circunstancias particulares. 

Como con el ejemplo de la casa heredada, con los modos de comportamiento dados por los progenitores, los valores transmitidos, las identidades establecidas en el vínculo entre padres e hijos y con muchas cosas más una persona reconstruye esa herencia, la adecua a sus deseos y, si bien continúa conservando algo de sus antepasados, los cambios personales otorgan lo novedoso a lo legado por las generaciones anteriores. Y, así como la casa ya no será más la de sus padres, sino la propia, van creando sus propios conceptos sobre comportamientos, valores, etc.

Ahora hay que pensar esto mismo en función de los hijos, aunque un adulto posea numerosos modos de comportamiento que ha heredado de sus padres, criar hijos le brinda la oportunidad de transformar lo que la generación anterior le legó. Por eso, si se observa la historia de la humanidad se encontrará que existen diferencias generacionales que indican que la continuidad de la vida está en constante transformación. En este proceso, siempre en movimiento, se conservan algunas cosas y se modifican otras, en una constante actitud de volver a generar sobre lo ya creado.

Por ello, toda pareja tiene derecho a decidir cuándo tener hijos y cuántos hijos desea tener. Esto forma parte de la procreación responsable, que es un derecho de todas las personas a fin de cuidar la salud, la propia y la de sus hijos, quienes tendrán derecho a la educación y a una vida digna.

Artículo extraído de la obra "Escuela para padres"

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